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COMPITE O MUERE

Robert Kurz

Hay mucho que hacer, pero el trabajo no aparece. Esta frase es una paradoja solo aparentemente. El concepto moderno de trabajo no es otra cosa que la abstracción de cualquier contenido concreto de actividad, un actuar "fantasmagórico" (Marx) con la exclusiva finalidad de la valorización del capital. Se trata de la utilización económico-empresarial de la energía humana, del "nervio, músculo y cerebro" (Marx) y nada más. Por esta razón se quedan sin resolver actividades importantes por falta de rentabilidad, mientras que se producen cosas sin sentido y hasta destructivas y al mismo tiempo queda sin ser aprovechada, involuntariamente, una cantidad enorme de energía humana.

En la crisis se agudizan hasta el absurdo estas relaciones sociales. Mucha gente está obligada por necesidad a hacer de "todo" y a disponerse a todo, a destrozar paisajes enteros, a pasar por el aro si es necesario, o cavar los famosos agujeros keynesianos y volver a taparlos. Todo esto no sirve para nada ya que cuando la producción rentable se ha agotado, no hay vuelta atrás. En consecuencia la empresa capitalista se adapta para simular producción. El capital dinero se fuga hacia las burbujas financieras a las que se trata como si fueran la producción real. ¿Y la fuerza de trabajo? Esta también es administrada de forma simulada por la burocracia que gira en el vacío. Una vez que la producción se quiebra por todos los lados surge la circulación o mercado como única esfera todavía posible de actividad, tanto para el capital como para el trabajo. Es verdad que siempre existió "trabajo para la circulación" en los sectores comerciales, pero sólo como esfera subordinada a la producción. Sólo puede circular algo que ha sido producido antes. Sin embargo en esta economía nueva simulada, esta economía de la crisis, la circulación tiene que sustituir a la producción.

Esta ilusión marca a la nueva administración del trabajo tanto como al nuevo capitalismo financiero. Esto es lo que demuestran los programas obligatorios para los parados. No hace mucho tiempo esto eran sobre todo los famosos cursos de informática, llamados por los afectados despectivamente "cursillos para idiotas", ya que no conducían a una calificación significativa sino que eran considerados como terapia ocupacional. En cierto modo, estos ya eran naturalmente programas de simulación, pero en este caso, por lo menos en el contenido, todavía existía la ficción de que se trataba de una preparación para potenciar actividades productivas. Ahora ya ni siquiera existe esta ficción. En los nuevos "cursillos para idiotas" en los que hoy se recluta a los parados, estos tan sólo deben entrenarse y aprender cómo venderse a sí mismo, como rellenar currículums y solicitudes de trabajo, como deben comportarse en escena y ofrecerse como potencial "empleador", como si vendiera un producto.

La ficción también cambió y se reforzó. Ya no se acepta que los parados precisen de alguna calificación en cuanto al contenido para obtener un empleo. Ahora se dice que ellos no se habían ofrecido correctamente y con suficiente insistencia en el mercado del trabajo, en la esfera de circulación de la mercancía fuerza de trabajo, y que ellos no han hecho suficiente auto-propaganda como "empresario de su propia fuerza de trabajo". También en este aspecto la administración coercitiva estatal del "trabajo", que cada vez existe menos, aplica los conceptos de simulación de una "New Economy" que ha naufragado hace tiempo. Al final de los años 90, cuando el boom bursátil llegó a su punto culminante, los solicitantes de trabajo tenían que presentarse de forma especialmente original. Así por ejemplo, una agencia de publicidad pedía "solicitudes sonadas" para lo cual envió la propia oferta con un silbato. Otros deseaban llamar la atención añadiendo a su solicitud una camiseta con la inscripción: "Por tener un trabajo en casa, doy hasta mi última camisa".

Estos auto-efectos escénicos tan ridículos como indignos, construidos según el patrón de los valores de los medios de comunicación, ya no tienen éxito hoy en día. El sello común de todos estos esfuerzos pueriles es la falta total de contenido. Mientras que en la producción capitalista todavía era preciso abstraerse del contenido, que no se podía negar, en este caso se trataba de hacer puro "trabajo abstracto". La autofinalidad de la valorización del capital, es en cierto modo imitada a través de la autofinalidad de destacarse a cualquier precio; se puede comparar con la actuación lastimera de unos payasos aficionados, de los músicos callejeros, o de los vendedores ambulantes en las zonas peatonales de las grandes ciudades. Solo tiene un carácter simbólico: los elegantes bufones de la postmodernidad llegan a la vulgar mendicidad; la antaño celebrada virtud de capacidad de adaptación flexible se revela como una vacía burla de sí misma.

Desde el punto de vista económico sin embargo todo este disparate está situado y permanece en la esfera de la circulación. Lo mismo que la mendicidad pertenece a la circulación y también el mendigar por un "puesto de trabajo". La circulación en sí, sin embargo, no representa ninguna reproducción capitalista. Si ya ni la calificación, aunque esté bien considerada, consigue producir ningún trabajo real como "sustancia del capital" (Marx) porque no le sigue una producción real y a gran escala, mucho menos lo conseguirán estas marionetas en los mercados de trabajo. La ilusión que tiene este pensamiento como base es la misma que el cuento de que la economía es en un "90 por ciento sicología". Mientras que la gente simplemente ya no tiene dinero, los economistas universitarios explican que hace "abstención de compra" tan solo por razones de humor. La explicación tiene tan poco sentido como si se pudieran expandir a voluntad las actividades de circulación. La economía política burguesa al final no tiene ningún concepto para distinguir entre producción y circulación; para ella contar dinero detrás de la mesa de un banco o vender salchichas es "producción" igual que fabricar carrocerías de coches.

En la esfera de la circulación del mercado del trabajo se puede comprobar en la práctica que la manera hoy en día tan extendida de considerar la micro-economía tiene un error fundamental de lógica. Es algo horrible que millones de "fuerzas de trabajo" que ya no son rentables desde el punto de vista capitalista, estén mendigando mutuamente por un empleo, con grotescas contorsiones. La otra cara de la moneda es obvia: si antes se competía para un empleo hoy debe hacerse como si la propia competición fuera una especie de empleo. La Institución Federal para la locura capitalista ha sido rebautizada como "agencia del trabajo" y es como una "agencia de la simulación", la única y verdadera macro-empresa en el espíritu de la fallecida sin gloria "New Economy", precisamente porque vende solo la ilusión económica de que la circulación puede volverse producción.

Original alemán Bewirb dich oder stirb, 02.05.2004, www.exit-online.org/

Traducción al Portugués Boaventura Antunes, http://obeco.planetaclix.pt/

Traducción al español, contracorriente: m.vallseca + @telefonica.net